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Muertes de sobremesa
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Detalles del libro

«La especie humana es la más salvaje del mundo»

¿Puede un asesino en serie, después de dieciocho años, regresar y convertir a sus víctimas en verdugos?

El inspector Marcial Lisón, un peculiar policía cuyo único amigo de verdad es su inseparable galgo, se verá obligado a retomar una investigación que le explotó en la cara cuando, a mediados de la década de los noventa, tan solo era un simple agente a las órdenes del inspectorVillanueva. Cuando Lisón ve el cuerpo desnudo de Enma, la mujer de Villanueva, sentado frente a la mesa de la cocina, con dos tazas de café y el dedo anular amputado, ya sabe que el asesino del café ha vuelto.

La enrevesada investigación, que obliga a negociar con los recuerdos más ocultos de su mente, conducirá a Marcial a descubrir que su relación con el asesino del café trasciende más allá de lo meramente profesional.

El asesino del café no es sólo un caso sin resolver del pasado, sino su pasado sin resolver.

¿Qué se puede decir de una historia que te agarra el corazón y el intelecto desde el principio y acabasllorando con ella?

Exactamente eso es lo que me ha ocurrido al leer Muertes de sobremesa. Nos encontramos frente a unrelato que, con fondo policial, trata dos temas muy sensibles: la “compra-venta” de niños y el maltratoanimal.

David Jiménez ha entrado por la puerta grande en el difícil mundo de la novela negra… eso sí, se ha puesto el listón muy alto; espero y deseo fervientemente que lo mantenga y, ¿por qué no?, lo supere. Con Muertes de sobremesa se incorpora a esa nómina de escritores jóvenes y algún que otro menos joven que toman como escenarios de sus novelas ciudades conocidas y fácilmente identificables: Dolores Redondo –el valle del Baztán-, Estela Chocarro –alrededores de Pamplona-, Santiago Álvarez –Valencia-, Julio Cesar Cano –Castellón-, César Pérez Gellida –Valladolid-, Antonio Parra –Cartagena-… El Tito toma como excusa, Cartagena y más concretamente los aledaños de una barriada –la mía- denominada San Ginés, incluso se hace referencia a mi calle como un punto de la investigación. Es una delicia poder caminar por los vericuetos que los protagonistas patean.

La historia comienza con un asesinato en un piso, del Paseo Alfonso XIII, frente al hipermercado Carrefour. Aquí arranca la búsqueda, por parte del inspector Marcial Lisón, del asesino del café. Después de dieciocho años vuelve a la palestra un asesino en serie para ¡¿convertir?! a sus víctimas en verdugos. El inspector Lisón es un policía muy peculiar, como único amigo de verdad cuenta con su galgo, que tiene que retomar una investigación que le explotó en la cara cuando, a mediados de los años noventa, era un simple agente a las órdenes del inspector Villanueva. Sabe que el asesino del café ha vuelto cuando ve el cadáver desnudo de Emma, mujer de Villanueva, sentado frente a la mesa de la cocina, con dos tazas de café y el dedo anular amputado.

La investigación es muy enrevesada y difícil. Acompañamos a Marcial Lisón y a su compañera Zoe en sus pesquisas; y en sus relaciones personales; incómodas, a veces, y no de buen gusto para algunos de ellos. El autor lleva y trae al lector con gran maestría… con un relato vivo y audaz que, en más de un pasaje, te deja sin respiración y mirando incrédulo lo escrito. Al avanzar, algunas cuestiones no son lo que parecen y las últimas cien páginas son memorables –llegándome a recordar a un autor, muy respetado por mi, como es Pierre Lemaitre en su obra Àlex- donde consigue cuadrar un círculo muy difícil de cuadrar, pero David lo consigue sin que nos ¿demos cuenta? Puede haber un momento en que uno puede pensar que… pero lo que realmente es, es una auténtica sorpresa.

En Muertes de sobremesa no solamente se investigan unos hechos pasados… también es interesante poder investigar y negociar con los recuerdos más profundos de algunos de los protagonistas. Sorpresas y gordas las hay, además de mucho amor a los animales –en particular a un galgo-. Lo entiendo perfectamente. Un final muy abierto… que deseo que no se cierre de momento y podamos seguir de cerca nuevas aventuras de Marcial/Zoe.

Gracias, David, por esta lectura y por lo mucho que podemos aprender de relaciones, no sólo humanas, sino con nuestros amigos los animales. Al tiempo que dejas muy claro que nadie puede huir de su pasado y hay que estar preparado porque en cualquier momento puede explotarnos en la cara. Posiblemente, en mi interior, acabo de declarar a Muertes de sobremesa como mi mejor novela novel de 2015.

David Jiménez Martínez «El Tito»(Cartagena, 1978) es Licenciado en Biología por la Universidad de Murcia. Trabaja como agente marítimo en el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), un cuerpo policial adscrito a la Agencia Tributaria que se encarga de la represión del contrabando, la investigación del blanqueo de capitales y la fiscalización de los Impuestos Especiales.

Charlamos con David para saber un poco más de él y su obra…

P.- ¿Desde cuándo escribe? 

R.- Es una pregunta difícil de responder porque, en mayor o menor medida, escribo desde que era bastante pequeño. Lo que ocurre es que empecé a tomármelo más en serio, es decir, escribir con visos de ser publicado, hará unos tres años.

P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace Muertes de sobremesa?

R.- Nace después de haber escrito una primera novela del mismo género que no tuve la suerte de publicar, así que el porqué supongo que atiende a un afán de superación y mejora. El cómo lo recuerdo perfectamente: sacando a Leti, la perra con la que aparezco abrazado en la solapa interior de Muertes de sobremesa. Pensé en cómo disfrutaba de la soledad de esos paseos con mi perra y cómo me servían para ordenar las cosas que me habían sucedido a lo largo del día, de ahí que introdujese el personaje de Sola y dotase a Marcial Lisón de un cierta soledad que diese juego a esta relación. El cuándo se ubica en junio de 2013, después de abandonar la primera novela y centrarme en mejorar aquellos aspectos que las editoriales y agencias literarias me habían aconsejado.

P.- Defina brevemente qué es para usted la novela negra.

R.- Definir la novela negra es muy complejo, así que de antemano admito cualquier otra definición que no se ajuste a la que a continuación voy a dar. Para mí la novela negra es toda aquélla que, en torno a un óbito acontecido de cualquier índole, profundiza en la vida personal de los personajes, no limitándose a mostrar de ellos lo que tiene una cierta relación con la muerte que nos ocupa, sino yendo más allá y mostrando sus inquietudes, sus cotidianidades, en fin todo lo que ayude a hacer más poliédricos a los personajes.

P.- ¿Hasta qué punto es necesaria en nuestra sociedad?

R.- Sólo hay que echar un vistazo a las noticias para ver que estamos rodeados de novela negra de carne y hueso por todos lados. Creo que conocer  por qué una persona es capaz de arrebatar lo más preciado que tiene otro ser humano, es decir, la vida, ayuda a entender en qué sociedad nos movemos en la actualidad, donde el precio de la existencia, muchas veces, se desploma alcanzando unos mínimos preocupantes.

P.- ¿Cree que el género negro ya no es considerado como literatura de 'segunda clase'?

R.- Es cierto que en esta época de crisis el crecimiento de este género tiene una relación directa con eso que comentaba antes de conocer el porqué de las cosas. Por qué se puede dejar a una familia con niños pequeños en la calle mientras políticos corruptos que nos roban a espuertas siguen viviendo con todo tipo de lujos. Por qué un marido maltrata a  su mujer hasta matarla para suicidarse después, pudiendo haber acabado con su vida sin dañar la de nadie más.

Pues bien, partiendo de que no creo que haya orden de prelación en la literatura, ese aumento de lectores del género, siguiendo la norma del cliente siempre tiene la razón, coloca a la novela negra dentro de esa hipotética primera clase.

P.- ¿Cuándo supo que escribiría novela negra?

R.- No sabría decir cuándo, pero sí sabía que lo único que de verdad me llena al escribir es hacerlo de este género.

P.- ¿Se inclina más por la personalidad del criminal o del agente de la ley?

R.- Debido a mi trabajo es más fácil posicionarme del lado del agente de la ley, pero reconozco que hay ciertas novelas donde es muy interesante ubicarse en la otra vertiente.

P.- ¿Sangre o psicología?

R.- Ambas. Según el momento, según el tipo de novela y según quién la escriba.

P.- Elija arma y técnica, ¿cuál es su medio preferido a la hora de matar?

R.- Las manos y la asfixia. Me parece que dar muerte a alguien es un gesto íntimo que necesita hacerse sintiéndolo uno mismo. Sé cómo suena, pero hablo desde el punto de vista de un homicidio literario, por supuesto.

P.- ¿Qué no incluiría nunca en una de sus novelas negras?

R.- Fenómenos paranormales. Necesito que todo se sustente en una base de raciocinio. Admito la mitología tal y como la usa Dolores Redondo: como canalizador de la trama, pero no como desenlace.

P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?

R.- Mi mayor defecto es que leo casi en exclusividad novela negra. Muy de vez en cuando, para desintoxicar, paso a la fantástica, pero nunca leo dos libros seguidos de este género.

En cuanto a los autores, tengo varios a los que admiro y de los que trato de aprender a través de sus libros, pero el que más me llena al leerlo es Lorenzo Silva. Otros grandes autores del género a los que admiro son Dolores Redondo, Nieves Abarca y Vicente Garrido, Toni Hill y, recientemente, María Oruña.

P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo?

R.- He terminado hoy mismo Milena o el fémur más bello del mundo.

P.- Como lector, prefiere: ¿Libro electrónico o en papel?

R.- Me gusta mucho más el papel, pero por comodidad la mayor parte de mis lecturas son en formato digital.

P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?

R.- No sé si es una manía, pero el 90% de la novela está escrita a altas horas de la madrugada.

P.- Cuente alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha sido desvelada hasta hoy.

R.- Cuando empecé a moverme en busca de una salida para mi primera novela, conocí a través de Twitter a una chica que se encontraba en una situación similar, hicimos una buena amistad digital e intercambiamos fragmentos de nuestras novelas. A menudo nos dábamos consejos, compartíamos inquietudes e incluso hicimos una apuesta. Hoy en día ella es una escritora que está demostrando todo su talento y yo trato de abrirme camino.

P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?

R.- El corto plazo es evidente: volcarme con Muertes de sobremesa y luchar porque pueda llegar a todos los rincones de este país, que para un libro que, aunque en papel, se vende en casi en exclusividad por Internet, no es nada sencillo.

A largo plazo tengo una duda que el corto plazo me resolverá. Llevo más de 120 páginas escritas de una segunda novela con los mismos personajes que Muertes de sobremesa, y un proyecto muy avanzado para empezar una nueva que no tiene nada que ver con la que hoy nos ocupa esta entrevista y, la verdad, no sé cuál de las dos será por la que me vuelque finalmente.

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