Antonio Cabral Bejarano (1798-1861) fue una de las personalidades artísticas más importantes del panorama de la pintura romántica sevillana, aunque su figura no ha sido valorada suficientemente porque su producción no ha sido totalmente identificada y, también, porque ha sido poco conocida y estudiada. Su papel en la Sevilla romántica fue brillante, llegando a ser un artista decisivo dentro del ámbito local. Retrató a los principales personajes de su época y a partir de 1850 realizó su obra más importante, que fue la decoración de la capilla de San Telmo que, por aquellas fechas, era residencia de los duques de Montpensier. Dicha decoración consistió en situar en la capilla santos de la devoción de don Antonio de Orleáns y de su esposa, doña María Luisa de Borbón. También se dedicó a la pintura costumbrista con notable éxito, aunque por ser éste en su opinión un género menor no la practicó en exceso. Su condición de liberal comprometido le llevó a disfrutar del apoyo de la corona, aunque poseyó ya ese privilegio desde el reinado de Fernando VII, lo que le llevó a ser profesor de la Escuela de Bellas Artes, el primer director del Museo de Sevilla, miembro de la Academia de Bellas Artes de la ciudad y académico de mérito de la de San Fernando de Madrid.