Una niña llega, con dos años, a un orfanato con un tatuaje en la barriga en forma de flor del que sale niebla (con poderes, claro). El orfanato, como en infinidad de películas e historias, está dirigido por un malvado director y maltratador (tiene secuaces, por supuesto, muy malos también). La niña, en su adolescencia, sufre una enfermedad de la que no hay cura y sus amigos se dejan el pellejo por hacerla volver al mundo de los vivos. De su «resurrección» depende la muerte de un chico, que, por una negligencia suya, se ha vuelto inmortal.