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Un signo de esta ?poca es que hombres y mujeres se afanan porconservar la salud y prolongar su bienestar. Pero esta peculiar estima del cuerpo es una excepci¢n en la historia. Durante siglos, los seres humanos han aspirado a conseguir el equilibrio entre las distintasdimensiones que integran la persona. No les ha bastado con la salud,ni tan siquiera con disfrutar de cierta felicidad, tambi?n hannecesitado asegurarse una buena relaci¢n con la trascendencia, ya quesin ella la vida no pod¡a considerarse plena. Sanar el centro del serhumano que representa el coraz¢n exige diagnosticar su estadoespiritual, iniciar el tratamiento que permita recobrar la saludf¡sica, ps¡quica y espiritual, y establecer relaciones arm¢nicas conuno mismo, con los dem s y, por encima de todo, con Dios.