Se trata de un viaje que no presume de profundidades, sino que invitaa explorar v?rtigos y alturas. Es, antes que nada, el viaje del goce a trav?s de las palabras de Mar¡a lo que envuelve, como un paisajesonoro, la inquietante mirada lectora. Los poemas de Cruzamos por elras de la monta¤a explicitan la importancia de la medida, el aciertode las luminosidades entre la brevedad, ¨lo pastoril? y el aforismo.Se trata de una voz singular por su b£squeda temprana entre los huecos que quedan en el sonido y el pensamiento. En las im genes de la poeta las personas no se resguardan de las nevadas, ni los r¡os refrescan.Los apelativos se esconden t¡midos haciendo con ellos aparicionesestelares, destellos de otros seres, de personas a las que el sujetopo?tico acude aun pareciendo no estar. El equipaje es el de laurgencia, escribe Mar¡a ®tom? de mi memoria lo que pude¯, no porninguna clase de af n por la prisa. En sus poemas la urgenciaconstruye un monolito de retales e inconexiones que invita a pensar en la memoria como un aparato retr ctil, o un gamusino transitandosiempre en el borde de lo real y lo on