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Un d¡a me acerqu? a mi casa de campo, iba predispuesta con mis llavesa abrir la puerta. Me aproxim? al p¢rtico. Saqu? el llavero. Acerqu?la llave a la cerradura. Lo intent? varias veces, pero no pude abrir.Escuch? voces en el interior de mi casa. Ante la imposibilidad deabrir, llam?. Aquellos segundos fueron eternos. La puerta se abri¢,apareciendo un hombre. Le dije: ?Esta es mi casa?. Él me respondi¢ que deb¡a estar equivocada. Me dijo que pasara a su casa a tomar un t?.Yo le respond¡ que no. March¢ el hombre al interior de mi casa y sac¢papeles del Gobierno que demostraban que aquella casa ahora era suya.Me march? pensando en el robo, la expropiaci¢n que me hab¡a hecho elGobierno de Israel. El darme cuenta de esto me hizo andar r pido, conojos lacrimosos, piel h£meda, nervios a flor de piel.

Pasajede Palestina. Un relato de la realidad,

Juan Antonio R