En las últimas décadas la investigación en torno a la adolescencia ha sufrido un cambio de paradigma, al centrarse el foco del análisis del desarrollo individual en los contextos sociales en los que tiene lugar el desarrollo físico, cognitivo y emocional del adolescente. En concreto, el contexto familiar ha recibido una especial atención, que no sorprende si se considera que la importancia de la familia es incuestionable.

Se analiza de qué manera las relaciones familiares influyen en cómo los jóvenes negocian las principales tareas propias de su estadio, su impliación en problemas comportamentales, generalmente asociados a este período, y la habilidad de establecer relaciones íntimas significativas y duraderas.