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El neurótico llega al análisis quejándose de sus propias dificultades en lo concerniente al deseo. No puede hacer lo que quisiera, no sabe lo que desea, no cumple lo que anhela, no prosigue lo que emprende. Quisiera lograrlo, pero lo que desea no está en concordancia con su voluntad. Hay un embrollo entre deseo y voluntad. La operación analítica se rendiría impotente si el deseo del sujeto no se hiciera partenaire de un deseo que una voluntad, la que se ejerce desde el lugar del semblante que sostiene el analista. El deseo del analista se realiza en el sentido de una voluntad. Voluntad de llevar más y más lejos el trabajo del analizante. En mi opinión, la formación del analista implicaría esta aspiración fundamental, susceptible de ser verificada en el pase: que la experiencia de un análisis lleve al sujeto hacia una posición en la que el deseo se encontraría desembarazo de su propio embarazo, hasta el punto en que el deseo vire a la voluntad, para realizarse como deseo que quiere lo que deseo, siendo por ello un deseo inédito.