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Ariadna (Ed. Bilíngue - Versión rítmica de Carlos Iniesta)

Autor Marina Ivànovna Tsvietáieva

Editorial EDICIONES DEL ORIENTE Y DEL MEDITERRÁNEO

Ariadna (Ed. Bilíngue - Versión rítmica de Carlos Iniesta)
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Book Details

Marina Tsvietáieva, una de las figuras cumbres de la Edad de Plata de la literatura rusa, junto a Ajmátova, Esenin, Maiakovski, Pasternak y Mandelshtam, inició durante su exilio en Praga su inacabada trilogía trágica La ira de Afrodita con Ariadna, tragedia a la que quiso dar el nombre de su querida hija, en aquellos años marcados por su propia tragedia vital.

Ariadna es la primera pieza de la trilogía trágica que la poeta rusa Marina Tsvietáieva (Moscú, 1892 - Yelábuga, 1941) abordó bajo el título inicial de La Ira de Afrodita, luego cambiado por el de Teseo. Se trata de una trilogía inacabada, ya que tras las dos primeras tragedias, Ariadna (Praga, 1924) y Fedra (París, 1927), Tsvietáieva dejó sin escribir la tercera, Helena.

La trama argumental de Ariadna se basa en un mito clásico de Grecia, el de Ariadna, Teseo, el Minotauro y el Laberinto, al que Tsvietáieva le incorpora la presencia de Dionisos, para que sea la exigencia de ese dios la causa del abandono de Ariadna por Teseo. Y es un mito este, con el cual como tema central no hay constancia en la literatura griega clásica de ninguna obra, no ya trágica o dramática, sino de cualquier otro género.

á

ARIADNA

Coro de Jóvenes

En la hora de las primaveras deshojadas,

de la herida que los médicos ignoran, 1760

sólo el negro es soportable

por los ojos apenados.

En la hora de las esperanzas que se entregan,

de las grietas que se abren,

negro, negro para el ojo, el verdor, 1765

negra, negra para el ojo, la frescura.

¿Quién se atrevería a dejar marchar la naveá

cual un corderillo blanquecino y juguetón,

cuando el capitán dentro del pecho,

igual que en la urna, un cadáver porta? 1770

En la hora en que todo está perdido,

en la hora en que todo yace bajo tierra,

negro, negro para el ojo, lo encarnado,

negro, negro para el ojo, lo agradable.

La tiniebla, como aliento enternecido. 1775

La tiniebla, como el roce de nupciales velos.

Cual guerrero extenuado, por cobijo,á

se desvive el ojo por lo negro.

En la hora del abrazo interrumpido,

del ¡acuéstate con otro, novia!, 1780

negra, negra para el ojo, toda claridad,

negra, negra para el ojo, toda placidez.

En la hora de la orilla abandonada,

de la herida que los médicos ignoran,

sólo el negro no lacera 1785

a los ojos afligidos.

En la hora de las rosas ignoradas,

en la hora con el corazón encanecido,

negro, negro para el ojo, el resplandor,

negra, negra para el ojo, la blancura. 1790

Y por eso, bajo tan funesta enseña

arribamos hasta aquí los navegantes.

Con todos nosotros, negros viudos

de la más blanca, de la blanquísima Ariadna.

Coná todos nosotros, negros como nubios 1795

por el duelo. ¡Arboleda ya perdida!

Cómplices, y homicidas todos de Egeo.

Y todos, bajo la enseña de malditos.

Negro.

[extracto del Acto V: La vela]