Los niños son acción y movimiento constante. A veces ese movimiento es desordenado, confuso, resultado de una energía que se sobrepasa en el interior de su ser. Dicha energía, sabemos, debe ser encauzada para ayudarlos a crecer; de lo contrario, se desborda y causa más daño que beneficios. Lorena Fernández brinda una guía que permite a los terapeutas ser dadores de momentos que permita a los niños encontrar alternativas de solución para las vivencias cotidianas que para ellos no tienen claridad; momentos donde pueden transitar de la desorganización a la organización, de la actuación tormentosa a la actuación pausada. El juego ha sido concebido como el lenguaje por excelencia de la infancia, y se han propuesto múltiples formas de emplearlo; nosotros lo concebimos como la oportunidad que tiene el niño de verse proyectado en un tiempo de su vida en que el espacio en donde lo realiza y el acompañante que se lo propone(el terapeuta)lo sabrán contener lo necesario para reencontrarse consigo mismo.