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«La deconstrucción es la pulverización de un pedestal especulativo en el que la vida habría hallado su asiento, su legitimación, su paz».

Tiempo atras, alumno suyo, Reiner Schürmann identifica en la obra de Heidegger un impensado, el principio de anarquía. Contra esta metafísica occidental a la que se aplica en deconstruir, Heidegger, como pensador de la presencia, muy lejos de haberse desentendido —como se cree— del problema de la acción y del actuar, habría hecho del ser y del actuar una sola y la misma cuestión. De este modo, llevando a cabo su rigurosa deconstrucción y en el marco de un progresivo antihumanismo, Heidegger habría impedido toda posibilidad de definir un fundamento racional sobre el que construir una filosofía práctica. Que el actuar humano, en la época de la tecnología, se halle privado de un arché, de un principio, que sea efectivamente an-árquico, ahí encontramos lo que este estudio, leyendo a Heidegger a contrapelo, permite desvelar, siempre en busca de una respuesta a la pregunta más urgente: ¿qué hacer tras el final de la metafísica?