«El Lanzador ha abierto la mano en un saludo. No ha llegado hasta aquí. Me produce una sensación de amistad sin palabras. Intuitivo, empático, casi adorable.» Así describe el narrador de este poemario la extraña presencia del lanzador de libros, cada vez más cercana y enigmática, una figura de la que Jordi Dalmau y Lidia Górriz se sirven para ahondar en las posibilidades del arte y el lenguaje. El libro incluye ilustraciones de los propios autores —dibujos crudos o grafías sin domar—, así como un epílogo de Juan Bautista Durán en que, siguiendo las indicaciones del poemario, inicia la búsqueda del Lanzador. «Si algo caracteriza la obra de Dalmau & Górriz —escribe— es la imaginación, seguida de cerca por la irreverencia, ese gusto suyo por frotar entre sí las ideas preestablecidas.» Juntos forman, en palabras de Martías Crowder para el Diari de Girona, «un tándem de artistas multidisciplinares cargados de ironía y mordacidad, en cuya poesía consiguen mantener la creatividad que les caracteriza como si de un cuento con distintas voces se tratara».