En las duras y en las maduras, como suele decirse, y hasta que la muerte nos separe, en este caso.
La amistad entre Leonardo y Albert, su mejor amigo, esconde algún que otro detalle que quizá sería mejor mantener en secreto. ¿O no?
Estos dos hombres son las piernas de una historia que camina sola desde que llegó a este mundo, cubierta de sangre desde mi interior. Un relato que versa sobre la muerte y el resurgir de la verdad en todo su esplendor. El amor y el odio más parecido al rencor que la ira jamás pudo imaginar.
Las verdaderas salen caras y las verdades se dicen a la cara. Y ahí está el error, las confesiones desafortunadas.
Este libro tiene por definición el alma negra. Habita en él ese bicho retorcido y sádico que todos escondemos. Algunos más y otros menos. Hay quien lo sabe gestionar y quien acaba loco o muerto, por no poder controlarlo.
Esta vez resurge en el papel mi lado más oscuro como autor, como persona, como la mismísima muerte y la mano ejecutora de un destino injusto.
Un montón de mierda acumulada que sale a flote en un río de sangre, rencor y lágrimas.
Real hasta decir basta y cruel como la vida mismo.