No es de extrañar que a Turquía se la llame Asia Menor o puente entre Europa y Asia. El país es un compendio histórico y geográfico de ambos continentes en un espacio reducido. Aquí hay de todo: largas playas soleadas en el sur y una cadena montañosa que atraviesa el país de este a oeste. Una estepa asiática en la meseta de Anatolia y bosques centroeuropeos a orillas del mar Negro. Por si fuera poco, la costa del Egeo parece un museo de antigüedades al aire libre, sin contar con que en el sureste de Turquía se halla la cuna de la civilización agrícola. ¿El secreto de Turquía? Sin ninguna duda, su diversidad.

Y es que Turquía es una caja de sorpresas. En casi ningún otro destino europeo los visitantes pueden presenciar un abanico paisajístico, social, histórico o político con semejantes contrastes. Geográficamente, Turquía queda a caballo entre Oriente y Occidente, una división que marca el hermoso estrecho del Bósforo.

De oeste a este, el territorio turco nace en Europa, en los campos de cereales de Tracia, y atraviesa las románticas bahías del mar Egeo, las montañas nevadas del macizo central de Anatolia y una región de fértiles valles hasta llegar al paisaje alpino del Kurdistán, en el extremo oriental. De norte a sur se extiende a lo largo de la cordillera del Tauro, desde el mar Negro hasta el final de la cordillera, pasando por la vasta estepa anatolia y el paisaje lunar de Capadocia para, finalmente, descender hasta las playas de la costa mediterránea.

La mejor manera de descubrir la auténtica Turquía es visitarla con los ojos bien abiertos y libres de prejuicios. La sorpresa está totalmente asegurada.